Muerte en el Café Gijón, de Rubén Loza Aguerrebere, en Un Lector Indiscreto


Sinopsis:
En esta sorprendente novela hay un crimen sin móvil, todos los personajes se consideran culpables y hay que descubrir si hay un inocente.
A medida que cuentan sus culpas al lector, los personajes van dibujando el retrato de la víctima. Y así se elabora una larga cadena de equívocos, que se entrelazan en el Café Gijón de Madrid (famoso por sus tertulias literarias), en el sur de Francia, en casa del autor de Cyrano de Bergerac, así como en las calles de París y Montevideo.
«Se acercó al mostrador, se sentó en un banco alto y aguardó. Luego pidió una cerveza. Juan María miró a su alrededor. Pasó revista lentamente. Pocas personas. Sintió un ligero desánimo ante esta comprobación. Y es que había llegado hasta allí guiado por un motivo muy especial»
 
Opinión Personal:
El Café Gijón o Gran Café Gijón forma parte de la historia de España desde finales del siglo XIX, cuando un asturiano, originario de Gijón, adquirió este famoso local situado en el Paseo de Recoletos, un lugar de paseo habitual de los madrileños en los calurosos meses de verano.
Poco a poco se fueron instaurando las tertulias en sus típicas mesas de mármol; se hablaba de política, de toros y de sucesos truculentos. De él eran habituales célebres políticos, toreros, actrices o escritores. Fueron famosas las tertulias que en  él se organizaron, como escritores que formaban parte de la llamada Generación del 98, en torno a la figura de Valle-Inclán. Después se vería a Federico García Lorca y otros componentes de la Generación del 27. Jardiel Poncela, Eugenio D´Ors, Camilo José Cela fueron también asiduos del local. Fernando Fernán Gómez creó el premio de novela corta Café Gijón.

El escritor uruguayo Rubén Loza Aguerrebere (Minas, 1945) toma el nombre de este famoso local para el título de su novela, Muerte en el café Gijón. Solo el lector sabrá que realmente se trata de un asesinato, no de un  suicidio, hipótesis esta planteada por los personajes que irán apareciendo a lo largo de la narración. En los dos primeros capítulos nos presenta al asesino, Juan María Merino y al protagonista pasivo de la novela, Fernando Vicente, la víctima. Un plan premeditado quizás para demostrar que se podía cometer un crimen perfecto.
La novela está estructurada en dieciséis capítulos, todos ellos titulados, divididos a su vez en subcapítulos, y un postfacio. Tras la presentación de ambos personajes, la historia girará en torno a la figura de Fernando Vicente, joven escritor de origen uruguayo. Dando un salto en el tiempo, el autor reconstruirá la vida del asesinado. Pero también seremos partícipes del sentimiento de culpabilidad que sobre este fatal desenlace tienen las personas que en algún momento conocieron al fallecido. 

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